Galileo había recibido malas noticias en la carta de Roberto. En esta Roberto advertía, con copia al Padre Paolo Foscarini, que sería prudente que dejen de hablar del tema de una vez por todas, al menos como si este fuera un hecho real, y que sería mejor considerar todo una hipótesis, un “salir del paso”, un artificio matemático. A pesar del tono relajado y académico, aquella carta era seria, muy seria: Roberto no era un hombre cualquiera, formado en Padua al igual que Galileo, Roberto Bellarmine era un académico respetadísimo, arzobispo de Capua y, aunque ni uno de los tres lo sabía en ese momento, habría de recibir votos para ser Papa ese mismo año.
Es por ello que Galileo solo pudo pensar lo peor cuando un año después, Roberto lo invitó a su residencia para emitir un comunicado. ¿Si algo tan malo como aquella sugerencia vino en una carta, qué podría ser peor para requerir decirlo en persona? En efecto, las noticias de Roberto no podías ser más funestas, el mismísimo Papa Paul V enviaba un mensaje: el tema había sido visto por la Inquisición, la hipótesis que la Tierra gira alrededor del Sol, ese artificio matemático, había sido considerado no solo errado y absurdo, sino peligroso, por lo que quedaba prohibido de discutirse. Peor aun, los textos de Copérnico y el propio Foscarini fueron censurados, mientras que toda nueva investigación suspendida indefinidamente.
El decreto papal llegaría un mes después, Galileo y Foscarini solo podían acatar.
