Para alguien que nunca lo va a recibir:
Digamos que te tengo aquí, digamos que tú me abrazas y yo te paso la mano por la cintura, digamos (y solo por un momento) que yo soy menos yo y más tú; y viceversa y de vuelta. Supongamos (una vez más) que nos vamos por ahí y te echas el pelo hacia atrás tan tú tan [poner nombre aquí], que yo pueda tensar tu cuerpo y te vuelves un Stradivarius con una música que es solo para los dos, unas notas irrepetibles, irreales, absurdas que solo existen para nosotros por un interminable segundo, un segundo que (por última vez) asumamos, sabemos que no va a llegar…
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JD, 21 de octubre de 2005
Horas
Insanidad Pública
@insanidadpublica