Guido: … ¿tu serías capaz de dejar todo y empezar una vida de cero? Elegir una, solo una cosa y dedicarte solo a ello. Hacerla la razón de tu vida, que contenga todo, que se vuelva todo porque tu dedicación a ello la vuelve infinita. ¿Serías capaz?. Eso, escúchame, si yo te dijese, Claudia?
Claudia: Y tu, ¿serías capaz?
G: No, nuestro tipo no sería capaz. El quiere sujetar todo, retener todo, no sabe renunciar a nada. Cambia de opinión todos los días porque le da miedo equivocar el camino. Y así va muriendo de a pocos.
C: ¿Así acaba la película?
G: No, así empieza. Entonces un día encuentra a la chica de la fuente… es la chica que entrega el agua bendita. Es bellísima, joven y antigua, niña y mujer, auténtica, radiante. No hay ninguna duda que es su salvación.
C: Vámonos. No me gusta este lugar, parece falso.
G: A mi me gusta muchísimo. ¿No es curioso?
C: De la historia que me cuentas, no entiendo mucho. Un tipo así, como el que dices que no ama a nadie no da tanta pena ¿sabes? El en fondo es culpa suya, ¿qué cosa pretende de los demás?
G: ¿Y que crees? ¿qué no lo se? Tu tambien eres tan dura.
C: Ahhh, no aguantas ni la más mínima crítica. Das tanta risa con ese sombrero tan grande, pareces un viejo. No entiendo, él encuentra una chica que lo puede hacer renacer, darle una nueva vida y ¿él la rechaza?
G: Porque el ya no cree en esas cosas
C: Porque el no sabe amar
G: Porque no es verdad que una mujer pueda cambiar a un hombre
C: Porque el no sabe amar
G: Y porque, sobre todo, no me siento con ganas de contar otro montón de mentiras
C: Porque el no sabe amar
G: Discúlpame Claudia por haberte traído hasta aquí
C: No eres más que un farsante. No hay ningún papel así en la película
G: Tienes razón. No lo hay. Y tampoco hay película. No hay nada de nada en ninguna parte.